Reproducimos el siguiente artículo de Ander Carazo en El Correo porque nos ha encantado y no queremos dejar de compartirlo.
Los nombres de las calles no sólo sirven para orientarse. También revelan los trazos de la memoria, los símbolos de una comunidad. El mapa urbano transmite sus propios mensajes, pero también esconde datos singulares, aspectos olvidados o apuntes que dan rienda suelta al anecdotario local.
En las 880 calles de Bilbao hay de todo. Nobles y villanos. Carlistas y republicanos. Banqueros y filántropos. Militares y poetas. Nacionalistas y socialistas. Políticos y benefactores. El nombre que aparece en la placa a veces describe su localización geográfica, en otras ocasiones recuerda los gremios que copaban esa zona y hay casos en los que ha heredado una denominación que poco entiende de lógica, pero más del 35% de las vías han sido bautizadas en homenaje a alguien en concreto.
Más de trescientas personas han dado su nombre a calles, avenidas, alamedas, paseos o parques. Gente que –en mayor o menor medida- han tenido alguna relación con la capital vizcaína. Numerosos gobernantes (de todas las épocas y colores) e ilustres bilbaínos se mezclan con héroes locales que, desgraciadamente, son menos conocidos. Ese es el caso de Luis Power, que murió al pie del cañón mientras cubría la retirada de sus conciudadanos durante la entrada de las tropas napoleónicas por Bolueta.
Cómo no no podría ser de otra manera, Diego López de Haro, el fundador de la Villa, tiene el honor de darle el nombre a la Gran Vía y el placer de cruzarse, a pocos metros del final, con la calle de su tía, María Díaz de Haro. Justo en la acera contraria se encuentra el parque dedicado a la benefactora Casilda Iturrizar, personaje que repite por partida doble y como Viuda de Epalza separa el Casco Viejo del Arenal.
Ellas son dos de las pocas que tienen el privilegio de contar con una calle en Bilbao. Y es que mientras 278 calles hacen referencia a hombres, solo 31 tienen nombre de mujer –un tercio de las cuales están dedicadas a santas y vírgenes cristianas-.
En la capital vizcaína no hay vías dedicadas a personajes vivos. Tratan de ser un póstumo homenaje. Una docena de vías recuerdan a antiguos alcaldes (ahí están los casos de Federico Moyúa, Máximo Aguirre, Gregorio Balparda, Pablo de Alzola, Gregorio de la Revilla y Felipe Uhagón), pero el trabajo de los propios empleados municipales también se ha visto recompensado con una calle (el guardia Bernardino Alonso, el doctor Pedro Cortés, el profesor Calixto Díez o el bombero Antonio Echániz).
El arte también inunda Bilbao. Pintores y escultores como Anselmo Guinea, Darío de Regoyos, Manuel Losada Pérez de Nenin, Aurelio Arteta y Francisco Durrio tienen su rincón reservado. Lo mismo pasa con escritores de la talla de Toribio de Alzaga, Ramón Basterra, Alfredo Echave o Tomás Meabe.
Tampoco podían faltar -mal que le pese a más de uno- las tres pasiones más populares de sus habitantes: la pelota, los toros y el Athletic. Curiosamente, en el barrio de Bolueta, la calle dedicada al palista Juan Guisasola (‘Begoñés I’) se cruza con Cocherito de Bilbao (la que lleva el nombre del maestro bilbaíno del toreo). Mientras que a la vía dedicada a Rafael Moreno ‘Pichichi’, el primer héroe de San Mamés, le quedan pocos días antes de convertirse en la base de la Tribuna Sur del nuevo estadio rojiblanco.
Pero en el callejero de Bilbao también abundan personajes masculinos cuyos notables merecimientos se han visto sepultados por el paso del tiempo.
Pese a su nombre, la Gran Vía no es la calle más larga de la capital vizcaína (apenas mide 1.600 metros). Ese honor corresponde a la calle Zabalbide, que empieza en el Puente de San Antón y concluye en el Alto de Santo Domingo, cuya longitud es de más de cuatro kilómetros. Mientras tanto, la más corta es la Travesía de La Estufa , con 28 metros, que separa la anteriormente mencionada Viuda de Epalza y la Calle de la Esperanza
En cuanto a número de caracteres se refiere, las calles Fika, Goya, Naja, Prim y Ripa comparten el honor de ser las más cortas. En el caso de la plaza Santa María Josefa Sancho de Guerra, aquellos que sigan utilizando el correo postal necesitarán dos renglones en el sobre para escribir la dirección.
Los visitantes tendrán complicaciones para pronunciar nombres como Zurbaranbarri, Larrakoetxe o Zubizuri procedentes del euskera. Pero a la hora de referirse a los jardines de Mrs Leah Manning (la maestra y parlamentaria británica que posibilitó la evacuación de 4.000 niños vascos durante la Guerra Civil) o la calle George Steer (el periodista que dio a conocer la verdad sobre el bombardeo de Gernika al mundo entero) incluso a los de Bilbao de toda la vida se les trabará la lengua.
Fuente: El Correo