Tengo que escribir y se me caen los ojos, escucho la voz melosa de Liz Wright y tengo ganas de dormir, pero teclear de noche en silencio, sin ruido de fondo y con buena música, es una sensación indescriptible. La mente se dispara a pesar del cansancio y me transporta a Norteamérica. Un viaje imaginario en el que veo a un grupo de gospel que acompaña a la dulce voz de Liz. Despierto con ligereza y vuelvo a Bilbao. La exótica flor afro-americana presenta su disco, Fellowship, en el Teatro Arteria Campos Elíseos, mañana jueves, 4 de abril, a las 20.00 horas, bajo la tutela de la Fundación Bilbao 700 y encuadrada en el ciclo ‘365 jazz Bilbao’. Deseo verla, escucharla, sentir su presencia, es un verdadero lujo tenerla en nuestra Villa. Y lo mejor vuelve a ser el precio del concierto, de lo más popular, seis insignificantes euros. My Heart – Lizz Wright Una cantante que bebe, como dicen los entendidos, de su experiencia en el coro gospel de la Iglesia, pero también de la prohibición de escuchar música pop. Su padre era un pastor de Georgia y le transmitió una educación tradicional, pero la magia de la música corría por sus venas y a los catorce años aprendió sóla a tocar el piano y encontró su camino. Con “Fellowship”, el disco que presentará en nuestra ciudad, Wright rememora sus raíces, el gospel lleno de matices personales sin perder el carácter natural. “A veces es bueno cantar cosas sencillas, que la gente necesita, además de piezas más interesantes o que tengan una gran poesía”. La influencia de grandes, Jimmi Hendrix, Gladys Night, Eric Clapton y Joan Wasser, le sirven de inspiración a esta joven talentosa, que ha recibido el apoyo de la crítica desde su debut, con “Verve”, en 1903. El soul y los sonidos tradicionales recorren las venas de Liz Wright, ¡siéntelos! Trouble (Desert Footage) – Lizz Wright Un particular olfato contemporáneo convierte a esta joven cantante de jazz en una diosa de ébano que recuerda a otra grande del soul, europea de voz tostada, Adele. No soy una experta, pero la música, además de acompañarme mientras tecleo, produce en mí, y supongo que en vosotros también, unas sensaciones increíbles. Temblores, piel de gallina, lagrimeo, llanto, sonrisa, mágicos recuerdos…
Bella vox y bella ella