La cultura, algo amplio como bien sabéis, y que tanto apoyó nuestro querido y recién desaparecido Alcalde Azkuna, está muy relacionada en nuestra tierra con el buen comer. Asistí encantada a la reapertura del Bistró del Guggenheim, curiosa tras presenciar la ampliación y nuevo emplazamiento de la tienda del Museo, que ha quedado preciosa, por cierto. Bueno, que me desvío, para no perder las buenas costumbres.
El pasado martes, ‘in the morning’, inauguraban el restaurante informal y cafetería del Guggen y vestida de blanco, con falda de princesa, dijo Erika, tomé un marianito, preparado in situ por el sumiller de Nerua, para celebrar el acontecimiento. Para empapar, degustamos una amplia variedad de pinchos. «Pinchos con sabor a Bilbao y hechura internacional», explicaba Josean Alija, Chef de Nerua y el Bistró. «Los canapés deben adaptarse a todos los paladares, «en realidad por este restaurante pasan personas de todas las nacionalidades y debemos ofertar una gastronomía comprensible para el público general». » Los nuevos espacios, diseñados por Frank Gehry y gestionados por el grupo IXO, se han readaptado después del traslado de la tienda del Museo al nuevo emplazamiento, en la planta baja, donde anteriormente estaba ubicada la galería 103.
El Museo presenta cuatro nuevos espacios, la sala que se dedicará a partir de ahora a la proyección de videoarte, donde en la actualidad se visualiza la súper interesante, ‘The clock’, de Christian Marclay, que recoge pequeñas secuencias de películas que muestran relojes cuya hora concuerda exactamente con la hora que marca el reloj que llevamos en la muñeca. La nueva y espaciosa tienda, el bistró, al que calificaría como el pret a porter culinario de mejor relación calidad-precio de Bilbao, ahí es nada, y el nuevo bar de dos alturas, conectado con la terraza de la explanada principal. Conceptos de alta cocina reinterpretados, una carta reducida pero sabrosa. La filosofía del nuevo espacio se dirige a un visitante que debe sumergirse en nuestra arraigada cultura gastronómica del tapeo y los pinchos. Platos clásicos del primer gastronómico como el ‘huevo de caserío asado a baja temperatura con patata rota y jugo de pimiento morrón’ o el ‘gazpacho de tomate y sandía con langostinos marinados’ que hacen las delicias de los visitantes. Acudí con la familia este pasado sábado a cenar al mencionado pret a porter culinario y el disfrute general fue en dos palabras, im-presionante. Además las mesas son acogedoras e íntimas, ideales para disfrutar con el churri, de amor-amor. Y de postre, ‘torrija empapada en yemas de huevo y nata, caramelizada en sartén con helado’, ¡qué pasada!
Vuelta al día de la inauguración Y allí estábamos Érika y yo, disfrutando junto a Josean Alija y el resto del equipo de restauración de un agradable y copioso «hamaiketako», regado por aromáticos caldos, con toque Guggen. Tras la puerta de la cocina asomaba la cabeza uno de los cocineros, Mikel, al que curiosamente, y como suele sucederme últimamente, conocí ese mismo día por la tarde. Mikel, es en realidad centroeuropeo, aunque está totalmente aclimatado y ha decidido cambiar su verdadero nombre, Michael, por el propio de la tierra, ha echado raíces en el País y pasa a tomar café a diario por la «seta» donde acostumbro a escribir siempre que la meteorología y las circunstancias lo permiten. La seta es la cafetería del paseo de Abandoibarra, un bar muy agradable en el que impera una gran terraza multicultural y donde la buena música es protagonista, junto al sol que estos días luce en Bilbao. En realidad no se llama así, pero la he bautizado de esta manera por la forma que luce, y también porque está rodeada de un jardín donde pastan los duendes que corren por el parque infantil más contemporáneo de la ciudad. Os la recomiendo, tiene un ambiente políglota, unos pinchos y un servicio fantástico.
Pero bueno, yo os estaba hablando del nuevo Bistró, que también alabo con emoción y el bar ampliado del Museo diseñado por Gehry… Siempre igual, me voy por los cerros de Úbeda, y por el camino os cuento un millón de cosas de lo más intrascendentes, pero qué sería de la vida sin esos pequeños momentos tan mundanos. Hoy me siento cariñosa, escribiendo desde la clínica de Zorrozaurre que tanto estoy visitando últimamente debido a la enfermedad de mi querido aitatxu, y os quiero decir que sois mis compañeros de viaje, imprescindibles para seguir adelante en este hermoso oficio. I love you, ¡ahí queda eso¡
3 Comments
Como la vida misma
Es cierto!
Se te va un poco de las manos, pero está gracioso. Besos a tu aita.