Fe en la creación tridimensional Nuestro particular barquito de titanio presenta una de las exposiciones estrella del año, coincidiendo con el aniversario del fallecimiento del artista catalán universal. De él decía Miró, «La obra de Antoni Tàpies está dentro de la tradición de estas explosiones que de tiempo en tiempo se producen en nuestro país y conmueven tantas cosas muertas. Es auténticamente barcelonesa con irradiación universal. Por ello merece toda mi admiración”. Admiración mutua que unía a los dos artistas, que bebían de sus conocimientos. La faceta artística y personal de Tàpies está marcada por la enfermedad temprana y el trabajo. Creación como medio para sobrevivir física y espiritualmente. Con dieciocho años contrajo tisis, lo que removió al hombre y el sentido de su existencia. La espiritualidad, el dolor, acentuaron una necesidad metafísica que trascendía la belleza. Universo simbólico propio partiendo de materiales pobres, no exento de crítica social. Las cruces, el alambre, el polvo de mármol, bañados de sus colores fetiche, el rojo y el negro, que consideraba unidos a la introspección, frente a los colores vivos, propios de otros movimientos como el pop-art. La iconografía que marca su universo está formada por las características “A”, “T” y la numerología tapiesiana.
Antoni Tàpies en su taller, Barcelona, 2002. Crédito fotográfico © Teresa Tàpies Domènech
“Si he llegado a hacer cuadros sólo con gris, es en parte por la reacción que tuve frente al colorismo que caracterizaba el arte de la generación anterior a la mía, una pintura en la que se utilizaban mucho los colores primarios. El hecho de estar rodeado continuamente por el impacto de la publicidad y las señalizaciones características de nuestra sociedad también me llevó a buscar un color más interiorizado, lo que podría definirse como la penumbra, la luz de los sueños y de nuestro mundo interior. El color marrón se relaciona con una filosofía muy ligada al franciscanismo, con el hábito de los frailes franciscanos. Hay una tendencia a buscar lo que dicen los colores alegres: el rojo, el amarillo; pero en cambio para mí, los colores grises y marrones son más interiores, están más relacionados con el mundo filosófico”. Obras de gran fuerza visual que le proyectaron al reconocimiento universal. De padre anticlerical y madre, católica convencida, cercana a los círculos políticos de la ciudad, el autor abrazó la vía del budismo como alternativa espiritual. “Convertir lo cotidiano en excepcional” fue la inquietud del autor, señalaba en rueda de prensa, Rafael Landín, Director de la Fundación Iberdrola. Mientras el comisario, Álvaro Rodríguez Fominaya, explicaba cómo una primera intuición se ha convertido en una muestra de ochenta y cinco obras, que ocupa diez salas de la segunda planta del Museo de Bilbao.
Pila de plats (Pila de platos), 1970 Objeto-assemblage 40 x 23 x 23 cm Colección John Cage Trust © Fundació Antoni Tàpies, Barcelona / VEGAP, Bilbao, 2013 Fotografía: Joerg Lohse
Montaje y encuentro con la obra Construcción espontánea con una llana organización cronológica, “los conservadores están para mantener la unidad estética de la obra”. Fominaya recalcó el secundo de la Fundación Tapies, “de la familia”, que apoyó el proyecto en un delicado momento. El fallecimiento del artista coincidió con el arranque de la búsqueda. Obras que han llegado desde todos los rincones del planeta, procedentes de colecciones privadas e instituciones museísticas, junto a piezas que vivieron al lado del artista durante toda su vida.
Armari (Armario), 1973 Objeto-tapiz 231 x 201 x 156 cm Colección Fundació Antoni Tàpies, Barcelona © Fundació Antoni Tàpies, Barcelona / VEGAP, Bilbao, 2013 Procedencia de la imagen: Banco de imágenes de VEGAP
Etapas creativas La escultura ofrece al autor elementos para plasmar ideas que no podía expresar a través del lienzo. Pero hasta los ochenta no se le confiere este rango. Durante mediados de los sesenta y la década de los setenta se consideraban objetos autónomos, aunque claramente tridimensionales. La primera época creativa, desde mediados de los sesenta hasta los años setenta, es un período de gran actividad política, en el que Tàpies incorpora objetos cotidianos que beben del arte póvera, el Dadá y el surrealismo. Pertenecen a este momento las obras “Pila de plats” (1970) o “Armari” (1973), pertenecientes al lenguaje de los objetos-assemblage, creados a partir de ropa, serrín, papel o madera. El componente escultórico de la obra del autor marca un interés por el volumen, aunque el eslabon perdido estaba aún por llegar, continuaba Fominaya. En los 70 se produce un hallazgo fundamental, se produce la identificación de los objetos exentos. Objetos tridimensionales que se desligan de la pared. En los ochenta, tiene lugar un cambio significativo en el proceso creativo del artista, que deja a un lado los “assemblage” y se adentra en el terreno de la cerámica, de la mano de Eduardo Chillida, que le introduce en un hasta ahora desconocido material constructivo, la tierra chamoteada, una mezcla de arcilla con fragmentos de cerámica cocida y molida. La madurez del artista llega de la mano del bronce, “a través de un conjunto de obras en las que repite una serie de objetos y motivos cotidianos como libros y cráneos”.
La butaca , 1987 Pintura sobre bronce 88 x 90 x 87 cm Colección Fundació Antoni Tàpies, Barcelona © Fundació Antoni Tàpies, Barcelona / VEGAP, Bilbao, 2013 Procedencia de la imagen: Banco de imágenes de VEGAP
En 1993 presenta junto a Cristina Iglesias su instalación RINZEN- «despertar súbito», en la Bienal de Venezia, una crítica directa a la Guerra de los Balcanes y sus dramáticas consecuencias. Esta obra le alzó con el León de Oro, el galardón máximo del reconocido evento artístico europeo y produjo en él un renacimiento creativo. Se encerró en su residencia del Montseny, durante el verano, y regresó al assemblage en su estado más puro. Capçal y metal (Cabecera y metal), Paquets metàllics (Paquetes metálicos) o L’hora del te (La hora del té), son el fruto de este impulso hacedor. La exposición culmina con una serie de obras que componen la producción del artista durante sus últimos años de vida, de 1995 a 2009. Momento en el que produce con gran rapidez, y al mismo tiempo, assemblage, bronces y cerámicas, agregando nuevos elementos a su lenguaje, aunque manteniendo los elementos clásicos de su imaginario. La última obra del artista de 2009: Trill (Trillo), cierra una muestra que reivindica al Tàpies escultor, una de las facetas menos conocidas, aunque una de las más relevantes del genio catalán”, explica Álvaro Rodríguez Fominaya. Reunión de la obra. Una labor investigadora realizada con la pasión del arqueólogo.
Cadira i roba (Silla y ropa), 1970 Objeto-assemblage 94 x 76 x 63 cm Colección Fundació Antoni Tàpies, Barcelona © Fundació Antoni Tàpies, Barcelona / VEGAP, Bilbao, 2013 Procedencia de la imagen: Banco de imágenes de VEGAP
El comisario quiso extender su agradecimiento a Petra Joons, artífice del traslado de parte de la obra que se encontraba en Búfalo y Alabama. La importancia del trabajo de diseño, en el montaje de la muestra, es fundamental para observar la exposición con suficiente aire entre las obras. Un conjunto que en la distancia aglutina elementos de colores sobrios que ofrece un efecto orgánico, relativo a la familiaridad universal con los objetos expuestos. Particular collage escultórico que abarca cuarenta y cinco años y ofrece una nueva visión de la obra del autor clave del Siglo XX.
Antoni Tàpies en su taller, Barcelona 2002 Crédito fotográfico © Teresa Tàpies Domènech
Pere Gimferrer, la persona que ha vivido la creación de gran cantidad de las obras del artista. Amigo y compañero de sesiones cinematográficas en casa del autor, cuando se reunían para ver clásicos del cine mudo que Antoni compraba en Nueva York decía, «Tàpies representa un punto extremo de la evolución del arte contemporáneo, su camino ha ido hacia las tres dimensiones. En el territorio de la materia, ir más lejos es difícil». Con la fuerza espiritual que da la fe, el creador vivió la vida aferrado a sus creencias, que trasladó a una particular manera de entender el arte. Utilizó elementos cotidianos, materiales de reciclaje que convirtió en piezas de museo, más allá de la naturaleza perecedera de la materia, que el autor admitía con agrado. “Yo hablo con mi mano, tú escuchas con tus ojos”, cita significativa del maestro de Shih-t’ao que Tapies compartió en uno de sus últimos textos y representa la filosofía del creador universal. Antoni Tàpies Del objeto a la escultura (1964-2009). Museo Guggenheim Bilbao. 4 de octubre-19 de enero de 2014.