Llueve en Bilbao. Y llueve sobre mojado, que es como llueve siempre en esta Villa de Don Diego desde hace ya varios lustros. Y aunque aquí estamos muy hechos a las precipitaciones la cosa ya produce un gran hastío.
Retomo este blog después de un pequeño descanso, de casi un par de meses ‘sabáticos’, porque al fin me ha podido el gusanillo, y porque si no descargo adrenalina desde esta página voy a acabar provocándome una úlcera.
Así que vuelvo por mis fueros. Pero hubo un momento en que pensé que no podía volver a escribir bajo una cabecera llamada Living Bilbao. «Living?».
Harta de ver cómo tropezamos continuamente con la misma piedra, de ver cómo a la autoridad competente se le llena la boca diciendo que Bilbao vive, que Bilbao vibra, que Bilbao es lo mejor de lo mejor (yo creo que los responsables se lo repiten continuamente a sí mismos a ver si se lo acaban creyendo), de ver cómo se dilapidan los dineros públicos en estupideces innecesarias mientras se putea de forma inmisericorde al personal que sólo quiere vivir y dejar vivir, además de dinamizar esta ciudad.
Creo que fue entre el enésimo cierre con multa de un local hostelero y el siguiente cuando asistí a la ‘reinauguración’ del claustro del Museo Vasco. Por si alguien aún no lo sabe tengo que decir que nuestro ayuntamiento, en connivencia con otras instituciones (que a salir en las fotos se apunta todo el mundo), se ha cargado el claustro del SXVII de este edificio histórico, por el procedimiento de quitar toda la hierba y toda vida vegetal y cubrir el suelo con baldosa grande y carísima, que le sienta a la ancestral piedra de las soberbias crujías como a un Cristo dos pistolas. Y además alguien decidió que el Mikeldi, símbolo vasco que data de la Segunda Edad del Hierro, y que lleva casi cien años en ese claustro, empezaba (nunca es tarde, por lo visto, aún después de más de veinte siglos) a «acusar los efectos de la humedad»; así que se lo llevaron, lo pulieron, le quitaron toda la pátina del tiempo y el poso de la historia y lo devolvieron a su lugar convertido en un cacho de piedra blanca que podría haber salido ayer mismo de cualquier taller de escultura: y ahora luce -es un decir- sobre una horrenda peana de mármol rodeada de un no menos horrendo cierre de cristal. A tomar vientos el pequeño reducto de paz y sosiego que suponía el viejo claustro. No me extraña que en el pleno del ayuntamiento de Durango, municipio en que se encontró el ídolo hace más de un siglo, se haya decidido esta misma semana reclamar a Bilbao la devolución del Mikeldi.
Eso sí: Bilbao ya tiene el dudoso privilegio de poseer probablemente el único claustro secular del mundo sin ajardinar. Dicen algunos responsables políticos, supongo que intentando justificar lo injustificable, que ahora sirve «para organizar eventos». Ya, que en todo Bilbao no había más sitios para organizar ‘eventos’.
Total: un dineral de las arcas públicas para nada, y que venía pocas semanas después de unas declaraciones del alcalde amenazando con que «en un corto plazo» se pretende construir en Abandoibarra la mejor playa urbana de Europa. Que como todos sabemos es exactamente lo que Bilbao pide ahora mismo: una playa urbana, porque no tenemos algo así como media docena de magníficos arenales naturales a tiro de piedra. Y de transporte público. Pero para qué desplazarse unos pocos kilómetros, pudiendo gastar unos dineros de las arcas y convertir el centro metropolitano en Benidorm. Es que en esta Villa de nuestras miserias somos así: y no somos más horteras porque no nos entrenamos.
Mientras tanto otros ayuntamientos de la vieja y maltrecha Europa están tratando de levantar la vida y la noche de sus respectivas ciudades, algunos incluso subvencionando insonorizaciones a locales para que puedan programar música en vivo, incentivando y financiando a hosteleros para dar vidilla, protegiendo establecimientos históricos para que no caigan en manos de despersonalizadas franquicias, desautorizando viejas leyes que constreñían el esparcimiento, quitando impuestos a los que se involucran en dinamizar el ambiente… Porque todos se han dado cuenta de que la única manera de sobrevivir hoy en día es ofrecer al personal (autóctono y visitante) marcha y divertimento, buena gastronomía, buenas copas y una hostelería y un comercio diferentes y con personalidad. Y es que en esta guerra del turismo ya estamos metidos muchos, y la victoria se la va a llevar siempre el mejor postor. Pero para cuando aquí seamos conscientes de esto será ya demasiado tarde. De hecho muchísima gente (que no estoy sola en esto) cree que ya lo es. Como dijo el gran Juan Carlos Eguillor cuando ‘emigró’ a Madrid unos años antes de su muerte, «Bilbao se está convirtiendo en un parque temático para jubilados«.
Seguimos viendo en los últimos tiempos cierres y multas a locales, como el del Peso Neto que tenía un Dj pinchando (¡a quién se le ocurre!), o el del Budha, que se llevó cuatro meses de clausura y luego un juez ha levantado la sanción, alegando que es desproporcionada (¡ja!, y el responsable de los municipales dice que este tipo de sentencias judiciales desanima a sus chicos: pues por mi que les produzca una gran depresión, como ésa en la que han contribuido a sumir a Bilbao). Pero creo que el cierre más triste de todos ha sido el del Bowie. Un cierre voluntario tras una pataleta producto de la frustración de su propietario, dueño de varios locales en la Villa, hostelero de raza y que lleva toda la vida intentando, como tantos otros, levantar esta ciudad; y que ya no puede más con el acoso a que está siendo sometido. Porque en lo del aforo del Bowie sí que llueve sobre mojado: lleva años, que yo recuerde, pidiendo poder meter más de veintinueve personas en su local (cifra ridícula si uno ve el espacio que hay), sin conseguirlo. Y recibiendo visitas continuas de los munipas, a ver si un día hay suerte, cuentan treinta y multa que te calzo.
Así que el Bowie, uno de los emblemas de la noche de Indautxu, temporalmente chapado, hasta que los responsables de esto encuentren el perdido sentido común, si es que alguna vez lo han tenido.
Pero qué importa esto siempre que tengamos un claustro destrozado para organizar eventos, perspectivas de una bonita playa urbana, BasquFests y desfiles de ballenas y todo tipo de parafernalias municipales que han acabado por acostumbrar a la ciudadanía de Bilbao al ‘todo gratis’ (otro horror: ¡quién nos ha visto y quién nos ve!), mientras cada personaje público de la administración, que vive, no lo olvidemos, del dinero de todos, incluido el del propietario del Bowie, supongo, se apunta su tanto, su foto y su medalla.
Yo vuelvo a escribir en este blog para que lo lea quien quiera y, sobre todo, para no acabar con esa úlcera de estómago: he pensado que prefiero intentar provocársela a otros.
Pero de momento en Bilbao, como decía Joaquín Sabina, «todos los sábados son martes y trece, y todo el año llueve sobre mojado».
5 Comments
Pero como (…) se pueden cargar un atrio histórico. Hay un turismo que lo demandan y también estamos los de bilbao.Es nuestro patrimonio, Pero que demonios están haciendo. Entiendo que en Durango esten que tiran cohetes al vuelo. ¿Se darán por enterados?
Excelente articulo. Y lamentablemente, muy cierto lo que en el se expone. Lo del Bowie, clama al cielo…29 personas de aforo, algo ridiculo. Pero ¿que se puede esperar de ese alcalde con cara de pánfilo y meapilas y del partido al que representa?
Gran artículo Elena, una vergüenza lo que se hace con la noche Bilbaina. Bilbao la tachan de moderna, ojalá estuviera un poquito más antigua.
Estoy de acuerdo con los que protestais y con Elena Marsal. ¿Cargarse el claustro del museo vasco?. Aguien podría contestar ¿por qué se ha hecho hecho?. ¿Es que no hay sitios en Bilbao para esos eventos?. Definición de claustro: «Suele ser lugar de recogimiento. El patio está casi siempre ajardinado y en el centro se encuentra una fuente o un pozo.»
En el de Bilbao, museo vasco, se han cargado la hierva, al mikeldi van y le quitan la patina desde la época ancestral del hierro. Y en lugrar de recogimiento se pasan a la idea de montar una juerga al ofrecer eventos. ¿Como es esto posible amigos? ¿ Eventos? como si en Bilbo no tuvieramos sitios para ello. Muy descontento. No contaba con esta informacion y vaya que raro que no se publique más de esto en otros lados. . Agradecido a este blog por contarlo.
De lo que uno se entera. Pues si, vaya qe si hay mucho que cambiar. A qué esperarán. Gracias Elena Marsal