La década de la Moda de los Años 50 es una de las más elegantes de la historia de la moda; rompe la sobriedad de los Años 40 y goza de una eterna juventud. Miren Arzalluz, historiadora, comisaría asociada a Oliver Saillard y experta en historia del traje y de la moda nos convoca en el Museo de Bellas Artes de Bilbao para desvelarnos los Secretos y claves de la Muestra» Los Años 50 a lo largo La Moda en Francia» que reúne a más de cien modelos y complementos de los principales diseñadores de la época dorada, Dior, Balenciaga, Yves Saint Laurent, Hermés, Pierre Cardin, Hubert de Givench, Jacques Fath, Jacques Heim, Chanel, Schiaparelli. Un tesoro , procedente del Museo de la moda Palais Galliera de Paris y que en Bilbao se presentan junto a las obras pictóricas de la colección permanente del Museo que resulta realmente enriquecedor. Así que, recorremos El Mundo de la Moda con la prestigiosa experta y Guía, quien nos sitúa cronológicamente en un 12 de febrero de 1947, fecha en la que un pequeño grupo de damas de la época asistiría a uno de los desfiles de Dior. Este hecho cambiaría el rumbo de la moda mientras acababa de salir de la terrorífica II Guerra Mundial.
Desfile de Dior en Paris 1947 poco después de finalizar la II Guerra Mundial
Miren Arzalluz nos invita a recorrer el New Look que recuperaba una silueta con cintura encorsetada y caderas redondeadas. París se convertía en la capital mundial de la moda mientras se experimentaba un renacer protagonizado por grandes nombres que contribuyeron al prestigio duradero de la moda francesa, sinónimo de lujo, elegancia y creatividad, y también al empeño de llevar sus logros al prêt-à-porter.
Miren Arzallus, Comisaria y Guía de Prestigio en el Museo de Bellas Artes de Bilbao nos muestra este modelo «Bar» de Alta Costura Primavera-verano de 1947, cuya fotografía original del desfile se muestra anteriormente.
Esta exposición propone un recorrido por la evolución de la figura femenina a lo largo del decenio 1947–1957, desde el nacimiento del llamado New Look hasta la muerte de Christian Dior y la llegada de Yves Saint Laurent. La muestra se presentó el año pasado en el Museo de la moda de París, Palais Galliera, cuyo director, Olivier Saillard, seleccionó más de cien modelos y complementos, en su mayoría piezas excepcionales, pertenecientes al museo. Para su exhibición en Bilbao se ha contado como comisaria asociada con Miren Arzalluz, experta en historia del traje y de la moda. Balenciaga «La moda de Balenciaga es pura y equilibrada. Sin improvisaciones ni concesiones. Sus trajes de chaqueta, de costuras revolucionarias, son imposibles de copiar y sus fastuosos trajes de noche, al contrario, parecen dotados de una sencillez milagrosa».
Balenciaga Traje de chaqueta de día para la Primavera-verano 1950 de Crepé de lana
El artículo publicado en Paris Match en 1951 evoca en esos términos el misterio Balenciaga. Al «hombre invisible de la moda» se le describe como un «enigma, lo que paradójicamente le ha dado más publicidad que los ecos más sonados». El modisto se instaló en París en 1937. Sus magistrales colecciones se disfrutaban en la intimidad de sus salones de la avenida George V. Jacques Fath La casa Jacques Fath se inaugura en 1937 pero despega realmente en la década de 1940, proponiendo una moda ligera, alegre y llena de fantasía, a imagen de su creador. El modisto, consciente de la importancia de los medios de comunicación para la imagen de su marca, llama la atención pública autopromocionándose, ya sea en un baile de disfraces o a la salida de un baño. Siguiendo la estela del New Look iniciado por Dior, Fath juega con la asimetría de los volúmenes, con el remodelado de un cuerpo femenino idealizado y también con la estilización de la silueta.
Jacques Fath, Traje de baile, c. 1950/ Tul de fibras artificiales, muselina de seda, satén de seda bordada con hilo metálico, perlas de vidrio y resina en forma de granos de maíz
Jacques Heim Tras heredar el negocio familiar de peletería, Jacques Heim diversifica la empresa en 1925 y funda una sección de alta costura. En 1936 inaugura Heim Jeunes Filles en la planta baja. El estilo del diseñador se inspira en la tradición francesa con mesura y elegancia, y cuenta con la experiencia de talleres de renombre. Heim introduce el uso de tejidos, como el algodón, hasta entonces menospreciados en la alta costura. Es además parco con los bordados y los adornos, atrayendo con ello a una clientela joven y contribuyendo a fomentar el naciente prêt-à-porter. En 1987, la familia Heim hizo una importante donación al Palais Galliera, consistente en archivos, numerosas prendas de ropa, dibujos y fotografías que dan fe de la creadora energía de esta casa de alta costura que cerró sus puertas en la década de 1960.
En ocasiones las exposiciones contribuyen a identificar algunas piezas, como ésta que llegó sin etiqueta al Palais Galliera y que pudo identificarse tras investigar en colaboración con la casa Christian Dior. Se trata de un conjunto de vestido y chaqueta cuyo diseño original se encontró en los archivos de la colección otoño-invierno 1950-1951 de la casa instalada en la avenida Montaigne. «Bernique» debe su nombre a la protuberancia en forma de concha (o de sombrero chino) que nace en la chaqueta y se proyecta sobre un prominente faldón. Ajustado y bien perfilado, encarna en grado sumo el espíritu del modisto y el de los años 50. Cuatro años después de la aparición del New Look, Christian Dior representa, por sí solo, el 49% de las exportaciones de la alta costura francesa. En la colección Dior de la temporada otoño-invierno 1950-1951 figuran 191 modelos, 64 abrigos y 23 pieles. No se modifica la longitud pero la línea vertical da paso a la oblicua. Se restituyen las formas naturales: hombros caídos, busto separado, talle fino y caderas marcadas, según describe Paris Match en la edición del 12 de agosto de 1950.
Christian Dior “Bernique”. Conjunto de vestido y chaqueta Otoño-invierno 1950-1951 Tejido de lana Palais Galliera, París © Eric Emo/Galliera/Roger-Viollet
Carven/ “Esperanto”. Traje de chaqueta de día de Primavera-verano 1951/ Tejido de lana de alpaca de Buche y cordoncillo de crin negro
La casa de alta costura Carven nació en un apartamento de los Champs Elysées en 1944. Consciente de que los modistos de aquella época sólo vestían a mujeres esbeltas y altas, su fundadora Madame Carven decidió dirigirse a una clientela igualmente elegante pero, como ella, de menor estatura. En consecuencia, Carven no tardó en convertirse en el ídolo de las jóvenes. Su moda refleja esta característica. Introduce tejidos modestos y ligeros, como el algodón y el lino. En 1950 Carven se une a Dessès, Fath, Paquin y Piguet formando Couturiers Associés. Los cinco colaboran con siete fabricantes y cada uno de ellos crea cada temporada dos vestidos de ciudad, tres abrigos, entre ellos un impermeable, y dos trajes. La distribución de estos modelos a precios asequibles en boutiques regionales anuncia el advenimiento del prèt-à-porter. «Esperanto», traje compuesto de falda y chaqueta, lleva la etiqueta Carven. De lana de alpaca blanca de la casa Buche, el busto va cubierto de trazos arquitectónicos elaborados con cordoncillo de crin negro de Rébé, que se cruzan y se separan sobre un cuerpo ceñido. Es la silueta de una mujer de 1951, ultrafemenina gracias a la revolución del New Look. Es una auténtica estructura que busca realzar el busto y el talle al ampliar, mediante rellenos, los faldones de la chaqueta. Se trata de un recurso que procede del emblemático traje «Bar» de la primera colección Dior. Madame Grès Madame Grès se da a conocer en las décadas de 1930 y 1940 por sus hábiles drapeados, que aplica tanto en trajes de noche como de día. En punto de seda o lana, los pliegues que marca y prepara en sus talleres forjaron su fama hasta el punto de hablar de sus modelos como de auténticas obras maestras. Las décadas de 1950 y 1960 han ocultado injustamente la influencia de su trabajo. Menos presente en la prensa de la época, no por ello deja de ser artífice de unas prendas de singular factura en relación con las de sus contemporáneos.
Pierre Cardin/ Traje de chaqueta de día/ Otoño-invierno 1958-1959/ Tejido de lana chiné negra y blanca, y gran cuello de esclavina
Pierre Cardin es apreciado por su ropa futurista, con la que inventó la década de 1960 y la siguiente. Sin embargo, este modisto visionario creó su marca ya en 1953, tras haber participado en la aventura de la nueva casa Dior en 1947. Excelente diseñador y sastre, se dice que fue él quien cortó y montó el famoso traje de chaqueta «Bar», bajo la dirección de Christian Dior. Tras tres años de colaboración, se independiza y orienta su trabajo al vestuario de teatro y baile. También, a la creación de trajes de chaqueta y abrigos, en la que sobresale. Cardin forma parte de esa genealogía de modistos que saben dibujar, cortar y coser. En 1958 encarna la nueva generación del creador de moda. Sus conocimientos técnicos, junto con la investigación sobre nuevos materiales, le convierten en el heredero de los años 50, aunque será el artífice de sus rupturas estilísticas. La utilización del tweed, la longitud de la falda y de las mangas evidencian que este traje pertenece a los últimos años de la década de 1950. El amplio cuello de esclavina, junto con la economía de adornos, excepción hecha de una rosa de tela enrollada, anuncian ya los años 60 y sus proyectos de simplificación de las formas. 3- Vestuario de playa y de campo Vestido de playa, vestido de vacaciones, vestido de campo y de balneario, vestido-delantal, blusón marinero, blusa, corsario, estola, conjunto de playa, albornoz, mono, pantalón de algodón, pantalón corto, pareo, bañador, sombrero de paja… Desde principios de los 50, la juventud ya no se identifica, o sólo en parte, con la alta costura. Bajo la mirada divertida de Brigitte Bardot y de Françoise Sagan, que se reparten las portadas de las revistas, una clientela jovial impone bajo el sol un guardarropa liberado, con prendas de algodón de corte muy natural. Los vestidos de tarde de rayas multicolores, las faldas acampanadas de vivos estampados y los conjuntos de playa de resonancias exóticas seducen por su comodidad. Las bailarinas planas, que facilitan pasear y bailar, forman parte de esa búsqueda de lo natural. Las empresas de confección se adueñan de esta producción y las casas de alta costura desarrollan líneas adaptadas. Esta moda estival, que se lleva tanto en la ciudad como en la playa, sirve también de plataforma experimental y de trampolín para el naciente prêt-à-porter, que se impondrá definitivamente en la década de 1960.
Vestido de Mermes «Hermeselle»
El número de French Vogue de mayo de 1952 publica una fotografía del vestido «Hermeselle» con el siguiente comentario: «Mientras que, por lo general, nos inspiramos en un estampado para crear un vestido, Hermès hace exactamente lo contrario. En colaboración con tejidos Léonard, presenta un vestido único, cuyo corte determina el diseño. El estampado sobre fondo claro se asemeja a un trazo de carboncillo; sobre uno oscuro, a una pincelada de gouache. Este efecto visual confiere al vestido su carácter exclusivo. Está disponible en gabardina de algodón, seda salvaje y popelín, y en todos los colores. Se presenta con un cinturón de cuero y una banda de algodón del mismo color. Este vestido, cuya botonadura es igualmente imaginaria, se puede adquirir en Hermès y en sus establecimientos de Cannes, Biarritz y Deauville…».
Jeanne Lanvin murió en 1946, a la edad de 79 años; por aquel entonces 1.500 mujeres trabajaban a pleno rendimiento en su local del Faubourg Saint-Honoré. En 1950 el modisto español Antonio Cánovas del Castillo se incorpora a la casa de alta costura Lanvin asumiendo su dirección artística. Exiliado tras el alzamiento de 1936, Castillo se instala en París, donde trabaja antes de la guerra como diseñador con Paquin, y luego con Piguet, hasta que Elizabeth Arden lo contrata en Nueva York. Fue además la mano derecha de mademoiselle Chanel. Cuando a ésta le preguntaron qué opinaba de él, dijo: «Es una especie de genio oculto. Con él hay que actuar como con un hurón, obligarle a salir de su agujero. Entonces es maravilloso…». Antonio del Castillo diseñó las colecciones de la casa Lanvin hasta 1963. Durante la década de 1950 puso todo su empeño en recuperar los colores y los bordados que tanto apreciaba la fundadora de la casa. Supo dotar de un acento contemporáneo a los modelos de una de las más antiguas casas de alta costura, aligerándolos. Su estilo se enmarca en la búsqueda de cortes sobrios, a veces incluso austeros. Sin embargo, su gusto por los colores vivos y los diseños rotundos ponen siempre de manifiesto sus raíces ibéricas.